Para ti mujer: Ho’oponopono* en tu día
“Me estremecieron mujeres
que la historia anotó entre laureles
y otras desconocidas gigantes
que no hay libro que las aguante”
Silvio Rodríguez.
**Por Juan Pablo Belair Moreno
Lo siento
Decir lo siento, es poner en lenguaje lo que en cuerpo y alma nos sucede frente a alguna situación que inflige dolor a otro. No es una simple expresión. Sentimos cuando resonamos al sentir de otro, y de ese modo, legitimamos el dolor como si fuera propio.
De pequeño miraba a mi madre regresar del trabajo, cansada por el esfuerzo del día pero con la tierna premura de llegar rápidamente a casa para darnos la cena, preparar el almuerzo del día siguiente, revisar las tareas del colegio, lavar lo urgente y planchar lo necesario para nosotros, incluido mi padre que llegaba muy tarde directamente a acostarse. Con el tiempo supe que en la organización que trabajaba nunca tuvo contrato y que su sueldo era miserable (mucho menor al de su compañero varón en igual cargo), pero según ella, al menos servía para ayudar en la casa. Aun así, mi padre decidió que era mejor que no trabajara, que se quedara en la casa cuidando a los hijos y haciéndose cargo de las tareas domésticas. Aún siento en mi corazón lo que sentía en esos días: amor absoluto por ella y una sensación de injusticia que no sabía explicar entonces pero que muchas veces se manifestó en un llanto nocturno que más de alguna vez ella aquietó con su presencia inmediata. Hoy, mi madre ya es mayor, vive sola desde que se separó de mi padre, y pese a haber trabajado toda su vida, en una empresa y en la casa, no recibe jubilación alguna. Hoy, siento mucho que mi madre no haya podido desarrollar su vocación de enfermera o su tremendo talento por el arte: ambas ocupaciones imposibles por su ser mujer.
Perdóname


Mujer, a ti hoy día y a través de cada una de tus células a las mujeres del pasado que están en ti y a las que vendrán después de ti. Te pido perdón por no verte, por no valorarte, por tratarte como objeto, por hacer chistes (o reírme de ellos) y usar un lenguaje que te menoscaba en tu condición de mujer, en la casa, en el trabajo, en la calle. Mujer, perdón por siglos y siglos de persecución y muerte por el solo hecho de ser mujer. Perdón por ese día a día donde no honro tu presencia femenina. Como hombre te pido por favor que nos perdones.
Te amo

Déjame aprender de ti. Enséñame mujer cómo se ama incondicionalmente. Dime cómo es posible desapegarse incluso de uno mismo por ese otro que amas, así como amas a tu hijo cuando eres madre y lo das todo por él; así como cuando amas como pareja y eres capaz de perdonarlo todo.

Gracias

Cierro este círculo pleno de gratitud. Con esta emoción gratuita que no nace de una transa sino del reconocimiento de cuánto bien nos haces, mujer, a ti y a cada una de las mujeres que componen la otra parte del universo. Gracias por ser como son, tal cual. Gracias por estar aquí y allá, entonces y ahora. Gracias por ser la única garantía de futuro, la única posibilidad para asegurar que mañana haya una nueva humanidad: nuevos hombres y mujeres, nacidos así, unas y otros siendo parte y siendo el todo. Gracias, finalmente, por la felicidad que me provoca esta esperanza, juntos.
* La medicina/sabiduría/religiosidad hawaiana tiene el Ho’oponopono que propone el siguiente mantra: lo siento, perdóname, te amo, gracias. Según esta creencia, solo así se cura la enfermedad de quienes la padecen y de todo el universo. ** Juan Pablo Belair Moreno. Coach. Profesor universitario. Director de la fundación Amandla. Socio director de ARS Global. Aprendiz. @jpablobelair (en twitter)